Antecedentes de iCOR
Los jóvenes son un factor clave
Los jóvenes necesitan a la iglesia y la iglesia necesita a los jóvenes. La adolescencia es una época de transición tanto en lo físico, como en lo psicológico, lo social y lo económico. Dicha transición también ocurre en la vida espiritual del adolescente. Como consecuencia del desarrollo de la sociedad y de diversas circunstancias, el periodo de tiempo de la adolescencia se ha incrementado y a la vez ha aumentado su importancia. Los jóvenes no son niños, y sin embargo todavía no se han integrado de lleno en la vida como adultos. Debido a que los jóvenes están atravesando una fase de cambio en sus vidas, ellos mismos se convierten en agentes de cambio. Son dinámicos, creativos e innovadores, y además son capaces de hacer grandes cosas. Desde un punto de vista espiritual, muchos de los reavivamientos y reformas cristianos se han basado en movimientos impulsados por jóvenes. Cuando Jesús llamó a sus discípulos, la mayoría eran jóvenes. Los jóvenes son una parte vital de la iglesia, y necesitan que les prestemos especial atención, y que les demos apoyo tanto emocional como intelectual. Esto se propicia más en el contexto de una comunidad de fe intergeneracional —y lo que es de aplicación para los jóvenes, lo es también todas las generaciones—.
Sin embargo, es inquietante lo que muestran varios estudios acerca de los motivos de abandono de la iglesia: algunos indican de forma unánime que perdemos prácticamente uno de cada dos jóvenes que han crecido en la iglesia. Roger Dudley indica que «entre el 40% y el 50% de quienes se bautizaron en su adolescencia habrá dejado la iglesia para cuando cumpla veintitantos años» (Roger Dudley, 2000, p. 60). También se ha publicado en distintos artículos que las razones para dejar la iglesia tienen más que ver con las relaciones interpersonales que con cuestiones doctrinales. Esta tendencia está al alza en las iglesias adventistas alrededor del mundo. El estudio “Valuegenesis Europe” proporciona evidencias que indican que los factores principales que influyen en la decisión para quedarse en la iglesia o abandonarla tienen que ver con experiencias vividas dentro de la misma.
Si los jóvenes sienten que forman parte de la iglesia y que pueden ayudar a darle forma a su visión y misión nos encontraremos con comunidades intergeneracionales llenas de pasión y entusiasmo. Además, estas iglesias son una manifestación de Malaquías 4: 6: «El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres». Las iglesias que alcanzan a los jóvenes tienen más probabilidad de tocar al mundo de hoy con el Evangelio de Jesús y el mensaje adventista.
«La causa de la verdad ha perdido mucho por falta de atención a las necesidades espirituales de los jóvenes… ¿Por qué no ha de considerarse como trabajo misionero de la clase más elevada la obra hecha en pro de los jóvenes que están en nuestras filas? Requiere el tacto más delicado, la consideración más atenta, las más fervientes oraciones por la sabiduría celestial».
¿Qué significa iCOR ?
En Europa, nos enfrentamos a los mismos desafíos y a las mismas preguntas que inquietan a nuestra iglesia en muchas otras partes del mundo: ¿Qué podemos hacer para retener a nuestros jóvenes en la iglesia? ¿Cómo podemos recuperarlos? El Center for Youth Evangelism (CYE – Centro de Evangelismo Juvenil), un centro de innovación e investigación en el ministerio juvenil de Andrews University, ha desarrollado el concepto de iglesia refugio (COR – Church of Refuge).
Según Ron Whitehead (CYE, 2008) las iglesias refugio son «entornos espirituales inclusivos, tolerantes, orientados a la comunidad, estratégicos y seguros para los jóvenes. Son comunidades de fe en las que se acepta a las personas tal y como son, sin importar sus circunstancias. Es decir, ofrecer una amistad y mostrarse tolerante no depende de los antecedentes personales, la apariencia, las creencias personales u otros factores. Además, los miembros saben que no se les faltará el respeto ni se les excluirá por cometer errores, hacer preguntas o expresar sus dudas. En estas comunidades, especialmente diseñadas para suplir sus necesidades, los jóvenes pueden buscar a Dios y crecer en Él».
Las ciudades de refugio que encontramos en el Antiguo Testamento constituyen el modelo a seguir: la idea clave es la de una iglesia que sirve como refugio y proporciona protección, mediación, justicia así como cuidado y cariño. iCOR ha surgido de la iniciativa COR, desarrollando la idea todavía más, además de revisar el concepto mismo. La idea de que la iglesia constituya un refugio u hogar espiritual es la esencia y a la vez es el fin de iCOR. Basándonos en la comprensión de la iglesia que vemos en el Nuevo Testamento, la iniciativa iCOR tiene como objetivo proporcionar apoyo a las iglesias a partir de los valores que podrán convertir este hogar espiritual en una realidad para todas las generaciones, todas las culturas y todas las clases sociales. Es decir, iCOR promueve a las iglesias que toman la decisión consciente de convertirse en comunidades espirituales modernas en las que tanto jóvenes como mayores, miembros e invitados, pobres y ricos, trabajadores y académicos, se sientan como en casa; iglesias en las que todos tienen la libertad de crecer en la fe. Es por eso que estas iglesias buscan generar un espacio en el que el compañerismo cristiano es el factor clave, y en el que se potencia a todas las personas —sea cual sea su trasfondo, su edad o su educación— para que vivan y crezcan en su fe.
«La iglesia de Cristo, aunque parezca débil y defectuosa, es el único objeto de la tierra sobre el cual él derrama en un sentido especial su amor y su consideración. La iglesia es el escenario de su gracia, en el cual se deleita en realizar experimentos de misericordia en los corazones humanos... El Espíritu Santo es su representante, y trabaja para que haya transformaciones tan maravillosas que los ángeles las miran con asombro y gozo. El cielo se llena de gozo cuando se ve a los seres humanos llenos de compasión los unos por los otros, amándose los unos a los otros así como Cristo los amó a ellos. La iglesia es la fortaleza de Dios, su ciudad de refugio, que él sostiene en un mundo en rebelión».
Principios iCOR
La familia de Dios
Creemos en un Dios que se relaciona como Padre, Hijo y Espíritu Santo y que vive en perfecta unidad. Además, la Biblia utiliza la terminología relacionada con la familia para describir a Dios. Siguiendo esta idea, Dios creó al ser humano como hombre y mujer, y les ordenó que fructificaran.
De este modo, Dios instituyó el núcleo familiar y convirtió al hombre y a la mujer en padres que a su vez serían responsables de las futuras generaciones. Dios también constituyó al pueblo de Dios, o, en términos del Nuevo Testamento, a una iglesia, que es la comunidad de los hijos de Dios (discípulos de Cristo). Jesús también declaró que la iglesia era su familia (Marcos 3:31-35; 10:28-30).
La iniciativa iCOR, por tanto, se basa en la enseñanza bíblica de que Dios es el fundador de las dos instituciones sociales fundamentales para el crecimiento integral de las personas y que además constituyen la forma básica para promover y transmitir la fe: el núcleo familiar y la familia extensa.
La metáfora de la familia es primordial para entender lo que es la comunidad cristiana de los hijos de Dios y se corresponde con el concepto de “cuerpo de Cristo”. Como la familia, la iglesia es una comunidad intergeneracional que ofrece amor, cuidado y apoyo y que capacita a sus miembros para que se conecten entre sí y vivan al máximo su potencial en Cristo. La metáfora de la familia pone de manifiesto que la fe y la práctica religiosa son, en su esencia, el amor en acción y las relaciones interpersonales.
Las iglesias que entienden que su misión es convertirse en una familias extensa se convierten en un gran apoyo para los núcleos familiares. Ayudan a éstos a cumplir con su rol fundamental de cuidar a las siguientes generaciones en una época en la que nos encontramos con numerosas familias desestructuradas y vivimos en una sociedad individualista.
Intergeneracional, intercultural e intersocial
El hecho de que la iniciativa iCOR ponga un gran énfasis en el enfoque intergeneracional se debe a que se basa en la convicción de que las diferentes generaciones se necesitan unas a otras para poder crecer espiritualmente.
Tal y como ocurre con personas de diferentes etnias, las diferentes generaciones a menudo representan diversas culturas, estilos de vida y tradiciones. La «i» de iCOR representa no solo un enfoque intergeneracional, sino también intercultural e intersocial.
Las iglesias que son intencionales en el cumplimiento de la «i» de iCOR consideran que entablar relaciones entre las distintas generaciones es prioritario, de modo que se puedan compartir experiencias de fe y de aprendizaje; fomentan que se integre a todas las generaciones en la adoración, que se desarrollen proyectos de servicio que involucren a personas de todas las edades, y que así todas las generaciones puedan crecer juntas. Las iglesias iCOR valoran al individuo pero no incentivan una mentalidad individualista sino que desarrollan una mentalidad comunitaria en la que todas las generaciones se respetan y se conocen y comparten proyectos en el cuerpo de la iglesia de forma significativa. De ahí que las iglesias iCOR sigan el principio bíblico de que “los corazones de los padres se volverán hacia los hijos” primero (Mal. 4:6).
Esto provocará que los corazones de los hijos se vuelvan hacia los padres.
Una comunidad intergeneracional no quiere decir que cada generación reclama sus derechos y necesidades sino que se basa en “volver los corazones” los unos hacia los otros. Es una consecuencia de la vida y de la creación que las generaciones de los padres —quienes ya han podido establecerse en la vida— sean las que son llamadas a volverse a los jóvenes —quienes todavía están buscando sentido y propósito en la vida—primero.
Los jóvenes como partners
Si una iglesia quiere ser relevante, sería sensato que conociera a sus jóvenes. A menudo, son el reflejo de la sociedad contemporánea, al contrario de las generaciones más adultas. No deberíamos ignorar el gran número de jóvenes que abandonan nuestras iglesias (¡pero no la fe!). A pesar de que puede haber muchos otros factores que influyan en dicho problema, la iglesia necesita hacer más para suplir las necesidades espirituales de los jóvenes.
Según las estadísticas, los jóvenes son de hecho el grupo de personas más receptivo. Varios estudios empíricos muestran que más del 80% de todas las decisiones que se toman por Cristo se toman antes de los 25 años. La adolescencia es fundamental para la vida futura como adulto porque se ve marcada por la reflexión profunda, por el cambio y por la toma de decisiones con repercusiones a largo plazo. Siendo que tanto la apostasía como la conversión son fenómenos que afectan principalmente a la juventud, las iglesias iCOR se comprometen a relacionarse con la gente joven de forma auténtica, a vivir y compartir la historia de la salvación y a abordar y enseñar temas espirituales específicos y relevantes que estén de acuerdo con nuestra filosofía adventista. Al atender las necesidades espirituales (incluyendo las necesidades emocionales, sociales e ideológicas) de los jóvenes de una forma deliberada las iglesias iCOR pueden evitar la apostasía y fomentar la conversión en la fase más crucial de la vida. Las iglesias iCOR se comprometen a centrar su enfoque misionero especialmente (aunque no exclusivamente) en alcanzar a los jóvenes porque la adolescencia no solo es el momento específico de toma de decisiones y de búsqueda de sentido en la vida, sino porque además la iglesia no tiene un mejor potencial humano para el progreso, la renovación, y el cambio que los jóvenes. El relato bíblico y la historia de la iglesia cristiana presentan muchos ejemplos de Dios interactuando con jóvenes y utilizándolos para hacer cosas extraordinarias. De modo que se debería mirar a los jóvenes como aliados y no como meros objetos del cuidado de los adultos. El poner el evangelismo juvenil en la posición número 1 del programa misionero también implica el encontrar medios para involucrar, equipar, orientar, y capacitar a los jóvenes para las diferentes responsabilidades dentro de la iglesia así como en actividades misioneras y de evangelización, además de permitir que sean ellos los que le den forma a su iglesia.
“Against all odds the early Christians won thousands to the Savior and ultimately triumphed completely over competing religious options in the Roman Empire. And we can trace much of the vitality of the Christian movement to the surrogate family values and behaviors that characterized local church life.”